En una de las zonas rurales más emblemáticas de Tucumán, donde el cierre de los ingenios azucareros dejó cicatrices profundas pero también encendió la fuerza de la resistencia, la vida hoy late al compás de nuevas producciones como el limón y el arándano. En medio de estos cambios, los y las adolescentes encuentran en los Puntos Jóvenes de Santa Lucía y Teniente Berdina, impulsados por DyA, un lugar para crecer, aprender y hacer oír su voz. Allí, la identidad, la memoria y la participación se convierten en herramientas concretas para imaginar y construir proyectos de vida.
En las últimas semanas, chicos y chicas participaron de dos experiencias únicas. A través de talleres de arte y comunicación pudieron poner en palabras la importancia de los puntos jóvenes para ellos, sus familias y su comunidades.
Un viaje a la identidad a través del arte
En Santa Lucía, el taller Identidad y Memoria, coordinado por la artista visual Guadalupe Rearte, propuso a los adolescentes crear autorretratos con la técnica de la cianotipia, un antiguo proceso fotográfico que revela las imágenes con la luz del sol. En cada retrato, los jóvenes integraron objetos personales —una llave, un fragmento de cabello, un dibujo— para expresar quiénes son y qué los hace únicos. “Revelar la propia imagen fue una metáfora: así como la foto aparece lentamente, también la identidad se construye con tiempo, cuidado y memoria”, cuenta Rearte.
La primera transmisión en vivo
El taller de radio Ponele Onda llevó la experiencia a otro nivel. Niños, niñas y adolescentes aprendieron cómo funciona una radio, experimentaron con sonidos, diseñaron entrevistas y finalmente realizaron su primera transmisión en vivo en la Radio “La Voz de la Cultura”, entrevistando al delegado comunal de Teniente Berdina. “Fue emocionante escucharlos hablar con tanta seguridad. La radio les dio la oportunidad de decir: ‘Estamos acá, este es nuestro lugar, y tenemos mucho para aportar’”, relata Noelia Mercado, la coordinadora de los Punto Joven en Tucumán.
Estas actividades no son solo talleres. Son puentes hacia el futuro. En cada encuentro, los jóvenes descubren talentos, refuerzan lazos comunitarios y se convencen de que sus voces importan.
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